lunes, 17 de octubre de 2016

“Los banqueros robando, los jueces ayudando”. La PAH pone en evidencia a los jueces ante la sede del Tribunal Supremo

El telón de fondo de todos los eventos era la fachada del Tribunal Supremo, la de verdad, la que da a la plaza de la Villa de París. Los superhéroes de esta historia, los que por todo el territorio nacional paran desahucios y rescatan familias con sus “abrazos de acero” —como dijo en su poema el periodista Javier Gallego—, agrupados en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), tomaron esta plaza los días 6, 7 y 8 de octubre para desarrollar las “Jornadas por el derecho a la vivienda ante el Tribunal Supremo”. El lema de la convocatoria “Sin justicia no hay derechos” estaba escrito en una pancarta que constituía un fondo de escenario más cercano, más íntimo, para cobijar a los diferentes conferenciantes. Nada más, no había ni tarima ni plataforma elevada sobre el escenario, tan solo unas sillas de plástico blanco iguales que las que se destinan para el público. Los héroes, sin máscara y ataviados con camisetas o chalecos donde se lee “PAH” o “Stop desahucios”, estaban por todas partes: en el escenario, sentados o de pie entre el público, en los tenderetes improvisados; colocando pancartas, preparando paellas. La heroicidad no suele ser cosa de masas, en fin, que no eran muchos; quizá de 200 a 300 en el evento más concurrido; no obstante, quién sabe, en tres días y dos noches pudo haber pasado bastante gente. Sí, en la plaza de la Villa de París unos pocos —la policía no permitía más de quince— pernoctaron, lo llamaron “La noche sin techo”. Las mujeres y hombres de la PAH que defienden con suficiente arrojo los Derechos Humanos acudieron a esta plaza flanqueada por las sedes del Tribunal Supremo, el Consejo General del Poder Judicial y la Audiencia Nacional para plantar cara a los jueces y exigir justicia. Denuncian su papel al lado de los poderosos y los usureros en esta gran estafa oculta tras la palabra “crisis”. Allí, prácticamente a las puertas de las más altas instituciones judiciales, el primer día cuando ya había oscurecido una batucada coreó una frase que se ha convertido en simbólica —no fue creada para la ocasión sino que lleva tiempo voceándose—, que sintetiza el deterioro moral y democrático que presienten también en los que debieran impartir justicia: “Los banqueros robando, los jueces ayudando”.
“Régimen de injusticia”
El jueves seis a la nueve de la noche se inauguraron las jornadas con la intervención del periodista Javier Gallego (de Carne Cruda) y la lectura del manifiesto por parte de una joven con acento iberoamericano. Seguidamente se guardó un minuto de silencio por todas las víctimas de la crisis-estafa y, después, apareció en la plaza la batucada coreando consignas, ataviada con pelucas y ropas de vistoso colorido.
En el manifiesto se recuerda que desde 2008 (fecha del colapso económico) aumentó el desempleo y se deterioraron las condiciones de vida, y añade: “Desde entonces más de 600.0000 ejecuciones hipotecarias, de dudosa legalidad, han expulsado 200.000 hogares, sin importar la presencia de niños, mayores o dependientes”. Estima de “crisis humanitaria” la situación, ante la cual “los poderes públicos rescataron a los especuladores con 53.000.000.000 €”. Recuerda, entre otras cosas, que rechazaron la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) apoyada por un millón y medio de firmas para detener los desahucios y a favor de los alquileres sociales, y que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea condenó a España por sus leyes hipotecarias. Además, cabe destacar dos frases que reprocha al Tribunal Supremo, concretamente dice: “En particular, el Tribunal Supremo mantiene a día de hoy que ‘las ejecuciones hipotecarias no se pueden suspender porque no son tan perjudiciales para los deudores’ (23/12/2015), o que ‘las cláusulas suelo son abusivas, pero que devolver todo el dinero a los afectados sería peligroso para el sistema financiero’ (09/05/2013)”. Estas frases fueron también duramente criticadas por algunos oradores a lo largo de las jornadas.
Tras mencionar los sucesos que han ido deteriorando el bienestar y recortando derechos (los desahucios, la venta de viviendas sociales a fondos “buitre”, la pobreza energética, la ley mordaza, los recortes sanitarios y educativos, la estafa de las preferentes, la corrupción, etc.), el texto concluye denunciando un “régimen de injusticia”, a pesar de que muchas leyes apelen a una “JUSTICIA” que defienda al débil y castigue al culpable o que hablen de proteger el ejercicio de los Derechos Humanos.
Reparación para las víctimas y castigo de los culpables
El manifiesto contiene seis exigencias dirigidas al “mundo de la justicia”:
“1) La aplicación directa de la Declaración Universal de Derechos Humanos, ordenando la paralización inmediata de todos los desalojos sin alternativa de vivienda digna.
2) La aplicación efectiva de la normativa europea (TJUE) que obliga a eliminar todas las cláusulas abusivas de los contratos, compensando a los afectados por los daños producidos. En consecuencia, deben anularse todos los procedimientos ya terminados en los que no ha existido derecho a la defensa y cancelar las deudas generadas en esos procesos ilegales.
3) Que se investigue y juzgue las actividades presuntamente delictivas de las entidades financieras que promovieron la burbuja y se beneficiaron de la crisis, depurando judicialmente las responsabilidades políticas.
4) Promover la despenalización de la ocupación de viviendas vacías por necesidad, y la tipificación del delito de usura.
5) Investigar la venta de viviendas sociales a Fondos Buitre, proteger a las víctimas de sus desahucios y adoptar medidas de reparación al daño causado.
6) Por último, exigimos la absolución de todos los detenidos y multados por participar en las movilizaciones contra los desahucios, pues no han hecho sino cumplir con su deber de defensa de los Derechos Humanos”.   
Como se puede observar, en algunas de estas reivindicaciones se contempla la reparación para las víctimas y el castigo para los culpables. En esto también hizo hincapié Javier Gallego en su discurso inaugural. Tras pedir justicia y que se cumplan las sentencias de los tribunales europeos, Gallego indicó que hay que reconocer — por parte del Gobierno y los jueces— que se ha desahuciado injustamente en España. Agrega que han de pagar los culpables: “Queremos ver sentados en el banquillo a todos los que han provocado este agujero”. Respecto a las víctimas señala que hay que reconocer el daño que se les ha hecho. Observa que muchos no saben que las víctimas son los desahuciados, los dependientes o los despedidos. Explica que hay que conseguir reparación para las víctimas, no sólo para el daño económico, sino también para “el daño moral, psicológico” y menciona la “humillación”. En su opinión, “tendría que haber una reparación de todas las víctimas de esta estafa”; apostilla: “que los culpables restañen las heridas de las víctimas”.  
Se cuestiona la independencia de los jueces
El viernes siete a las seis de la tarde los buitres de cartón acechaban colocados en los setos de la plaza. Uno estaba rodeado de billetes de 500€; otro, con las alas extendidas situado a la izquierda, miraba para el escenario. También a la izquierda una pancarta rezaba “No toleramos ni un desahucio más, ni niños en la calle”. A la derecha, antes de llegar al equipo de sonido, sobre una cuerda había tendidos enormes baberos en los que habían escrito nombres, se supone que de bebés, y la palabra “desahuciado”. Continuaban en la plaza los tenderetes con folletos y camisetas. Para esa hora estaban anunciados mesa redonda y debate con este título: “Vivienda, Derechos Humanos y Justicia”. Físicamente la mesa no estaba, pero sí las sillas blancas para todos sus integrantes: la moderadora, la periodista Olga Rodríguez, y los activistas de Amnistía Internacional, No Somos Delito, el Tribunal Ciudadano de Justicia y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Todas las sillas destinadas para el público estaban ocupadas y había personas de pie escuchando a los oradores, aunque, ciertamente, no abarrotaban la plaza. Las parejas de la Policía Nacional vigilaban de lejos. La temperatura de la tarde era agradable, no hacía ni frío ni calor; el ambiente, tranquilo, relajado. Cada conferenciante realizó ordenadamente su exposición.
El último fue un activista de la PAH, un joven abogado que explicó el escaso compromiso de los jueces. Indicó que habían invitado a participar en las jornadas a una asociación progresista de jueces, pero que estos, tras muy buenas palabras, rechazaron acudir. Durante el debate los activistas convinieron en señalar la falta de independencia del poder judicial. El joven abogado señaló al respecto que existe un “medio ambiente” y un sistema de premios y castigos que condiciona a los jueces. Aludió a los castigos conocidos sin llegar a mencionar ningún caso concreto.
A propósito de los medios de comunicación se estimó que su papel es muy importante, sin embargo también se cuestionó su independencia. Se quejaron de que los desahucios, que siguen produciéndose a diario, hayan desaparecido del relato informativo. La periodista Olga Rodríguez, por su parte, aseveró que “el periodismo debe ser subversivo”.  
La activista de No Somos Delito habló sobre las leyes mordaza, con las que se está atacando a la protesta social legítima. Al respecto, la activista de Amnistía Internacional declaró que había que seguir reclamando la manifestación sin comunicar.
Llegado el momento de la intervención del público, no se produjo precisamente un debate, aunque los participantes sí daban su opinión, preguntaban o exponían su caso. Así, llegó un testimonio estremecedor cuando una señora tomó el micrófono para decir que esta “crisis” había dejado sin padre a sus hijos. Se preguntaba qué hubiese sido de ellos sin la ayuda de su familia y la PAH. Nadie más (ninguna administración) la había ayudado.
Comenzó a oscurecer y el debate estaba acabando. Luego, alguien cogió el micrófono y preguntó que cuántos se quedaban, para saber las tazas de arroz que había que echar a la paella. Para esa misma tarde-noche estaba prevista la proyección del reportaje Garganta profunda: testimonio de un banquero arrepentido; finalmente, la “noche sin techo”. Así concluiría una jornada en la que por la mañana se pudo disfrutar de una parodia teatral y participar en un taller sobre la querella contra Bankia a cargo del Tribunal Ciudadano de Justicia.
El Gobierno de Rajoy y el Constitucional contra las leyes de vivienda autonómicas
El sábado 8 sobre un seto de la plaza había una ikurriña extendida en la que se leía “Ley de vivienda”. Era la prueba de que alguna PAH vasca había llegado a Madrid. Desde por la mañana estaban programados varios talleres: obra social, vivienda pública, titulizaciones, cláusulas abusivas e IRPH; precisamente este último a cargo de abogados de IRPH Stop Guipúzcoa. Por la tarde los activistas de las PAH de Valencia, Murcia, Barcelona y Madrid expusieron la situación de las leyes de vivienda y las ILP en sus respectivas comunidades autónomas.
La Ley 24/2015, llamada también la “ley catalana” por los oradores, fue reconocida por estos como la más avanzada hasta ahora. El activista de Barcelona explicó todo el proceso que llevó conseguirla. Necesitaban 50.000 firmas para la ILP y obtuvieron 150.000. Después lograron que fuese aprobada en el Parlament de Catalunya. El Gobierno en funciones del PP la recurrió, a mediados de 2016 el Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso y quedó suspendida parcialmente. El activista comentó las ventajas que generó durante los nueve meses antes de la suspensión. En el encuentro se mencionó que el Tribunal Constitucional ha suspendido leyes en esta materia de otras regiones (Andalucía, Navarra, País Vasco y Canarias).
El activista de Murcia explicó que cuando el PP perdió la mayoría absoluta en su comunidad autónoma, la oposición logró que se aprobase su ILP, pero el Gobierno murciano del PP que ha de defenderla, no lo hace. En Madrid se necesitan recoger las 50.000 firmas para la ILP, no obstante la activista aspira a triplicar o cuadruplicar ese número. Otro activista madrileño anunció que en breve comenzarán a preparar la campaña para esa recogida de firmas. 
Femenino genérico, diversidad de procedencias y cultura popular
 Las jornadas celebradas en la plaza de la Villa de París fueron una ocasión para aprender y compartir las diferentes experiencias sobre el activismo en materia de vivienda y Derechos Humanos, el papel de las instituciones judiciales y los medios de comunicación, y otros asuntos esenciales como el compromiso y la solidaridad. Todo esto ya es mucho, pero hubo más aún, por ejemplo la integración de niñas y niños en el evento, pues para el público infantil hubo teatro (“Los tres cerditos”) y función de títeres. El evento acogió a todo tipo de vecinas y vecinos, por lo que se pudo ver diversidad racial y cultural; entre los oradores, los activistas y el público participaron gentes de distintos lugares de procedencia, pues así lo denotaba su acento o su vestimenta. El feminismo se fortalecía con el lenguaje, ya que buena parte de los oradores y oradoras que pasaron por las jornadas usaron el femenino al hablar para incluir tanto a mujeres como a hombres. A lo largo de estos tres días la música la pusieron las batucadas, Mineral Sound System y la Solfónica.


“El poder viene de la solidaridad de los de abajo”
La inauguración de las jornadas estaba prevista para las ocho de la tarde del día seis, pero realmente comenzó a las nueve, ya en la oscuridad de la noche, y no eran muchos los presentes. Sin embargo, todo esto no restó emoción al acto. El discurso del periodista Javier Gallego con su poema, la lectura del manifiesto y el minuto de silencio por las víctimas llevaron a los reunidos a corear en varias ocasiones su consigna más emblemática, su grito de lucha y esperanza: “Sí se puede”. Por ella se les reconoce, es la fuerza y la palabra de los que paran desahucios, de la movilización más poderosa enfrentada a esos que a sus imprudencias y abusos llaman “crisis”. Son los de la PAH.
Javier Gallego en su intervención les reconoció su dignidad, su valor y su poder. Explicó la manipulación que se ha hecho del relato sobre la “crisis-estafa” para culparnos a nosotros”. En su opinión, es un relato falso y hay que recobrar la palabra para contar que los culpables han sido los que gobiernan y los que dirigen bancos y empresas. Añade: “Hay que dar la vuelta al discurso desde los medios de comunicación y la calle. Para Gallego ese es uno de los grandes logros de la PAH: “Habéis conseguido darle la vuelta a la conciencia de este país”.
Recordó la ILP que fue llevada al congreso y el millón y medio de personas que firmaron para apoyar la dación en pago y pedir que se detengan los desahucios; agregó que era uno de los momentos “más memorables” dentro de estos “años infaustos y catastróficos”.
Reivindicó que se cumplan las sentencias de tribunales europeos, se repare a las víctimas y se castigue a los culpables. Pidió que las leyes se adecuen a la realidad social de este país y que se pague la “deuda social” que se tiene con todas las personas que se han visto “sepultadas por este tsunami que ha sido la estafa llamada crisis”. Además, denunció la “pasividad absoluta de los poderes públicos y la administración”.
Gallego indicó que hay que recobrar la “soberanía popular” y habló de recuperar los barrios y de volver a reunirnos. Declaró que la PAH ha demostrado que “si se han parado tres mil desahucios y realojado a tres mil familias, es claro que el poder viene de la solidaridad de los de abajo”. Añade: “Esto lo tenemos que recordar cada día”. Dirigiéndose a los de la PAH: “Habéis levantado a muchas personas del suelo y ese es un poder que os hace inmensos”.
Compara a la PAH con un “ejército de salvación”, pues sus activistas han salvado a muchos afectados. Les otorga una importancia crucial: “Si no hubiera existido la PAH cuando este país se rompía por las costuras y por las heridas y se desangraba, cuando miles de familias salían a la calle con lo puesto o lo poco que habían podido llevarse de  sus de sus casas, si no llegáis a estar vosotros y vosotras para acogerles, para darles ese abrazo, esa protección, ese cobijo, ese refugio, esa casa que habían perdido, este país se hubiera venido abajo, se hubiera destruido”.
Acusa a los gobiernos, “tan indiferentes con el dolor de sus compatriotas”, de haberse beneficiado del trabajo que los activistas han hecho; y a esos activistas les dice: “Habéis hecho lo que ellos tenían que hacer, evitar que la gente cayese al arroyo”.
El protagonista del poema de Gallego es ese “ejército de salvación”. Comienza así: “No tienen más arma que su herida, ni más trinchera que su piel, no han disparado una sola bala, pero han detenido mil con su pecho y con sus manos”. A lo largo del poema insiste en los rasgos de sus armas: “Vencieron al enemigo enfrentándose a sus tanques con migas de pan y abrazos de acero”; “No tienen más fusil que sus palabras”. El autor sigue relatando sus hazañas para concluir  reconociendo su mérito y su importancia  para la vida en común: “Salen cada día a la batalla como un ejército de salvación indestructible que ha defendido a este país del sabotaje y lo ha rescatado de sus propias garras”.


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