jueves, 27 de marzo de 2014

La dignidad, a la infamia: “Este país ya no aguanta más”

Veintidós de marzo de 2014, las Marchas de la Dignidad ¾columnas de caminantes de diferentes lugares de España y de fuera¾ ya están en la ciudad de Madrid. A ellos se ha sumado más gente que ha llegado en autobuses, trenes y vehículos particulares desde diversas provincias y muchos vecinos de localidades de la Comunidad Autónoma de Madrid. Las banderas republicanas, las pancartas en varios idiomas, las insignias del 15­­‑M y de otros colectivos en las solapas, las banderolas de los sindicatos grandes y pequeños, las banderas regionales, las camisetas de las mareas ciudadanas, son llevadas por algunos viajeros del Metro y del tren de Cercanías, por los que reposan junto a las fuentes de la Puerta del Sol, por algunos de los que entran y salen de los comercios del centro. Una trabajadora de El corte Inglés informa a una clienta: “A las cinco, de Atocha a Colón”. Se trata de la hora de inicio y el trayecto de la manifestación que pondrá el broche de oro a las Marchas por la Dignidad tras varios días de lucha por caminos y carreteras silenciados por gran parte de los medios de comunicación masivos hasta casi la víspera. A pesar ello la movilización aglutinó a multitud de afectados y descontentos tal y como se pudo comprobar desde Atocha a Colón. Allí acudieron lo mismo partidos políticos de izquierda y sindicatos de larga trayectoria histórica que otros recién creados; gentes que reivindicaban la república y otros con demandas muy locales, de su pueblo o comarca; trabajadores del sector privado y del público; colectivos juveniles y de mayores; parados y afectados por los ERE; mujeres y hombres, de España y del extranjero. Por fin marcharon unidos los que comparten la idea de que en frente están los infames, los tiranos, esa gente de la peor calaña capaz de causar mucho dolor a los demás con tal de enriquecerse. Las pancartas más personales, más caseras expresaban el malestar abiertamente o con desazón: “Hijos de puta, mafiosos”; “La deuda la va a pagar tu puta madre”; “Se ríen de nosotros”. La infamia se ha desbordado, ha cruzado la línea y hay que decírselo a grito pelado: “Este país ya no aguanta más” (consigna escuchada en la protesta).
Calle de Atocha
La mayoría de los manifestantes que confluían en la Puerta del Sol alrededor de las cuatro de la tarde se dirigían hacia la calle de Carretas, en la cual ya se avanzaba por el centro de la calzada con las banderas republicanas y del PCE desplegadas. Entre ellos, unos estudiantes muy jóvenes, que no eran de Madrid, iban hablando del próximo examen de Física y Química. Giraron para la calle de Atocha y al pasar frente al monumento en honor de los abogados laboralistas asesinados y ver gente agolpada preguntaban “¿Qué es eso?”; los acompañantes más mayores se lo explicaban. Antes de bajar la pendiente de la calle se mezclaron con más grupos que salían de la calle de Magdalena; estos iban en manifestación, con las pancartas estiradas y voceando consignas: “Viva la anarquía, muerte al Estado”; “El pueblo unido funciona sin partidos”. En sus pancartas iban las siglas CNT, AIT y a su lado se indicaban las ciudades de procedencia. En una de sus pancartas denunciaban la “Ley Mordaza. Represión descarada”; en otras proclamaban la autogestión. Entremezclado, pero algo solitario, desfilaba un saxofonista que interpretaba la Internacional. Había un pequeño grupo de chavales que hacía explotar ensordecedores petardos; otros pocos jóvenes desperdigados o en grupos muy reducidos llevaban puesta la capucha de la sudadera y con la bufanda cubrían su rostro desde el mentón hasta casi los ojos. “Esto no me gusta nada; no me va a gustar”, murmuraba una chica al ver aquella parte de la protesta.
Plaza del Emperador Carlos V
Frente a la entrada del Museo Reina Sofía, en la placita y en las escaleras, también había manifestantes; estos en ambiente de fiesta y como si estuviesen tras un escenario preparándose para la función: una orquestilla de la Marea Verde, con camisetas en defensa de la educación pública, había hecho un corrillo y estaban ensayando mientras algunos de los presentes bailaban; otros adecentaban pancartas; otros se ponían un mono blanco por los Derechos Humanos con estas letras “APDHA.org”. Nada más pasar la bocacalle que va desde el Reina Sofía a la plaza del Emperador Carlos V lo primero que se ve es una fila de furgones de la Policía Nacional; en aquellos momentos algunos agentes que estaban fuera de los vehículos no llevaban puesto el casco ni el escudo, simplemente la gorra. A las cuatro y media esta plaza, conocida como glorieta de Atocha, ya estaba abarrotada. Desde el paseo de las Delicias llegaban los de la Columna Sur con sus banderas regionales y los banderines de USTEA Intersindical Andaluza y los del SAT. Allí se juntaban con banderas de Extremadura, Castilla y León, Valencia y hasta las que propugnan un “Sahara libre”. En el inmenso revoltijo se veían banderolas de Izquierda Unida, pancartas de Valladolid, camisetas de Coca-cola y Stop Desahucios, pero eran mayoría los banderines de la CGT, que también llevaba pancartas enganchadas a gigantes globos rojos y negros y un equipo de megafonía para animar a la concurrencia. A las cinco la glorieta de Atocha seguía recibiendo más gente y por el Paseo del Prado era muy difícil avanzar. Por la avenida Ciudad de Barcelona y el paseo de la Infanta Isabel, el río de manifestantes era incesante: unos salían de la estación de ferrocarril; otros venían desde Vallecas con la Columna del Este. Con ellos una pancarta de Pinto en la que se leía “No es tiempo de lamentos, es tiempo de lucha”. Había personas por las aceras y la calzada y en la barandilla azul del túnel subterráneo donde se apoyaban o sentaban porque era prácticamente imposible seguir. Lucía el sol y soplaba un fresco viento a la vez, así que no hacía ni frío ni calor para unos participantes que observaban mientras eran observados. Apenas se podía hacer otra cosa que no fuese mirar, fotografiar o grabar; aparte de saludar a vecinos o conocidos y corear los cánticos del equipo de megafonía más cercano.
El número de asistentes a una protesta suele ser polémico y dispar dependiendo de quién sea la fuente, ya se sabe: los convocantes ofrecen una cifra muy alta y la policía, una bastante más baja. Esto hace que algunos elijan otra forma de evaluar el éxito de una manifestación, la que consiste en medir el tiempo en el que los congregados no pueden avanzar, eso sería señal de que hay muchísima gente. En la plaza del Emperador Carlos V y en los aledaños hubo grupos que no se desplazaron hacia el Paseo del Prado durante casi hora y media. Individualmente si podía una persona o una pareja desplazarse entre la muchedumbre, sin embargo, si se marchaba colectivamente y con pancartas grandes apenas se recorrían unos pocos metros, de modo que parecía que permanecían entre treinta y cuarenta minutos en la entrada del paseo. Más tiempo estuvieron los de la CGT, que en una hora solo se desplazaron del borde sur de la fuente de la Alcachofa (escultura de la rotonda) al borde norte de la misma. Ante las dificultades para avanzar se podía optar por retroceder y volver a mirar. No paraba de salir gente de la estación de tren y las banderas republicanas abundaban; hasta ondeaba una de ellas con el escudo del Atlético de Madrid. Algunos jóvenes divisaban la dimensión de la protesta encaramados a la verja que rodea el Ministerio de Agricultura, donde habían colocado esta pancarta: “No al pago de la deuda”. Por la cuesta de Claudio Moyano había muchos corrillos de pie o sentados, en la zona con césped y fuera de ella. Mientras tanto se repartían octavillas, se vendía prensa obrera y los de Panrico recogían firmas para apoyar a los compañeros que llevan “más de cinco meses de huelga indefinida”. Había familias completas, con los abuelos y los niños, incluidos los bebés en sus cochecitos o colocados en ese tipo de mochilas en las que la criatura va pegada al pecho de uno de sus progenitores. En la espera, los niños merendaban pequeños bocadillos y devoraban chucherías; era un ambiente familiar, parecido al de una tarde de primavera en un parque de cualquier barrio.
Paseo del Prado, Cibeles, Recoletos
A partir de las seis y media aumenta el movimiento desde la glorieta de Atocha hacia el Paseo del Prado. En los carriles de la derecha del paseo predominan las banderolas de la CGT y Solidaridad Obrera; en los carriles de la izquierda marchan muy animados con vehículo y potente equipo de sonido los de Corriente Roja, Co.bas y UPS Vallecas; por el medio del bulevar hay personas que siguen adelante sin tantos aprietos como por los carriles laterales y algunos caminan en dirección contraria, regresan a Atocha. Tanto en los carriles de la derecha como en los de la izquierda las pancartas apelan a la unidad. La de la CGT: “Unificar las luchas. Huelga general”. La de Corriente Roja: “Unamos las luchas. Fuera Rajoy y Merkel”. El grupo de los carriles de la izquierda es muy cantarín y bailón, en su repertorio incluyen los distintos temas que se han venido sucediendo desde que comenzaran las políticas de austeridad para remediar la supuesta crisis, a saber: la sanidad, la educación, la corrupción, la democracia, la reforma laboral. Sus cánticos lo mismo evocan la lucha que denuncian mentiras: “Obrero, si no luchas nadie te escucha”; “¿Dónde están (2) los puestos de trabajo que con la reforma se iban a crear?”. A las siete, a la altura de la fachada principal del Museo del Prado, desde los megáfonos anuncian que van a hacer una parada pues compañeros de la CGT y otras organizaciones van a pronunciar discursos junto a la estatua de Velázquez. Tanto los del grupo de Corriente Roja como los de la CGT se detienen y el resto de manifestantes que los acompaña, de pie o sentados en los bancos del paseo, escuchan a los oradores. Otros siguen andando hacia Cibeles. En este tramo ¾del Museo del Prado a Cibeles¾ de siete a siete y media desfilan, entre otros, los del Frente Cívico, cuyo lema es “Somos mayoría. Organicemos el poder ciudadano”; y Equo, que apuesta por la república en su pancarta: “Reinicia la democracia. Por una república ciudadana”. Otro grupo de personas mayores aluden al mismo asunto: “Por la Tercera República, federal, laica, solidaria y participativa”. También hay una bandera andaluza enorme con la que se rodea un buen grupo de asistentes, otros portan una tira de tela azul muy alargada para reclamar “agua pública”, muy cerca de las siguientes pancartas: “Red de Agua Pública de Aragón. No a la privatización del agua y de nuestros ríos”; “Por un Tajo vivo. Asamblea por la Defensa del Tajo‑Aranjuez”. Los inmigrantes cada vez son más visibles en las protestas, en esta unos jóvenes ecuatorianos sujetan una pancarta verde fosforescente con la célebre cita: “Cuando la tiranía es la ley, la revolución es orden”.
En torno a la fuente de la Cibeles se podía caminar con más celeridad pues muchos participantes ya habían abandonado la marcha porque concluyeron el recorrido o por otros motivos: oscurecía, soplaba un viento frío, cansancio. Junto a la emblemática diosa, que estaba rodeada por vallas, había gente posando con su banderín o pancarta para hacerse fotografías.
En el paseo de Recoletos, entre las siete y media y las ocho, una gran masa de gente se situaba en los carriles centrales, mientras que por el bulevar y los laterales se podía caminar con más holgura. Nuevos símbolos volvían a dar cuenta de la variedad de colectivos que reunió la convocatoria: banderas arcoíris, de Izquierda Anticapitalista, de Alternativa Republicana; pancartas de Ecologistas en Acción y de grupos que rechazan las corridas de toros (“La tortura no es cultura”). Ya, cerca de Colón, un buen montón de banderas de Asturias. No obstante, la gran atracción era una gran batucada muy bien organizada, que muchos querían ver y fotografiar; para ello se subían a la zona ajardinada del bulevar desde donde mejoraba la panorámica de la protesta. Estas zonas ajardinadas son pequeñas elevaciones del terreno cercadas por muros bajos de contención; en su parte alta hay césped y una hilera de flores de color rosa haciendo un dibujo en suave zigzag. La gente que quería pasar de los carriles centrales ¾donde lentamente transitaba el grueso de la manifestación¾ a la zona peatonal ¾mucho más despejada¾, subía a la zona ajardinada y daba grandes zancadas para pasar al otro lado sin pisar las flores. Una mujer se lamentaba: “No puedo atravesar esto, no lo quiero destrozar”. Y obtenía respuesta: “Señora, venga por aquí, que es más estrecho”. En las Marchas de la Dignidad había personas que su intención no contemplaba ni siquiera la idea de pisar las flores. Otros sí habían dejado rastro efímero de su paso por Recoletos: sobre casi todas las marquesinas habían escrito mensajes con rotulador de trazo grueso; uno de ellos era: “Gracias x la belleza de la desobediencia”.
Colón
El escenario estaba situado en los Jardines del Descubrimiento mirando hacia la plaza de Colón. De telón de fondo, el lema de la protesta: “No al pago de la deuda. No más recortes. Fuera gobiernos de la Troika. Pan, trabajo y techo”. Varios oradores se sucedían ante el micrófono, pero no siempre se oía con claridad. Se leyó el manifiesto y expusieron su parecer personas procedentes de Aragón, Andalucía… Se aplaudió cuando se dijo que habían acudido bomberos de Madrid y de todo el Estado. Aunque mucha gente se había retirado, entre las ocho y las ocho y cuarto todavía se podía hablar de multitud. Había manifestantes por todas partes: seguían subidos en la zona ajardinada del bulevar, sentados en el bajo muro y en los bancos, de pie rodeando la fuente de Colón; desde ahí se vislumbraba una espesa masa de gente hasta el escenario, y otra continuaba en los carriles centrales de Recoletos. Para unos era el momento del refrigerio; otros seguían haciendo fotografías; la mayoría intentaba escuchar a los oradores; otros simplemente aguardaban. Sobre el escenario es el turno de la Solfónica, que interpreta el Cuarto movimiento de laNovena Sinfonía de Beethoven, el Himno de la Alegría. Muchos asistentes están parados y en silencio, atentos a las voces del coro, incluso los que están alejados del escenario, subidos al muro bajo de contención o a la zona ajardinada. De repente, muy cerca de allí, como si viniesen del cruce con la calle de Génova ¾en la que se ubica la sede del PP y donde suele haber un fuerte dispositivo policial¾, unos jóvenes bajan corriendo y cesan frente al Museo de Cera; es un amago de avalancha tras oírse los primeros disparos que efectúan los antidisturbios. Son las ocho y veintitrés, la calma vuelve por pocos minutos. Parece que la Solfónica ha comenzado a entonar otra pieza. Se oye con dificultad. Más disparos. La gente se está retirando hacia las calles adyacentes. El coro ya no canta, sino que vocea: “Estas son nuestras armas”. Sobre la verja de la Biblioteca Nacional, esta pancarta: “Jóvenes de Europa, levantaos”. Desde la calle de Jorge Juan ¾entre la Biblioteca Nacional y los Jardines del Descubrimiento¾ se divisa el humo de los tiros. Una señora se lamenta en voz alta: “Ya están cargando. ¿Por qué no detienen a los gamberros? No, como siempre, ya están cargando contra todos”. La Solfónica: “Vergüenza, vergüenza”. Se puede huir por Jorge Juan sin tener que correr. La gente se resiste, la curiosidad les hace volver la vista hacia detrás. Las lecheras de la Policía Nacional aparcadas en la calle de Serrano arrancan y por Jorge Juan se dirigen a Recoletos. Entonces muchos de los presentes en Jorge Juan emprenden definitivamente la retirada. Unos andaluces se aseguran de que en su grupo no falta nadie, se apresuran, no conocen la ciudad y deciden abandonar la zona, pero una muchacha se escapa, retrocede para hacer fotografías. Gritan: “Vamos chiquilla, vámonos de esta guerra”. En medio de un jaleo tremendo la Solfónica ha vuelto a cantar, parece que por Labordeta, el Canto a la Libertad.
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jueves, 13 de marzo de 2014

En la procesión de la Santísima Vagina se gritaba “Gallardón, dimisión”

Contra la reforma de la ley del aborto y la violencia machista
La procesión de la Santísima Vagina estaba situada en el centro de la marcha, por tanto la precedían y seguían otros diversos y numerosos grupos. Por supuesto, en cabeza avanzaba la pancarta de la organización convocante, el Movimiento Feminista de Madrid, cuyo texto aunaba varias peticiones: “En nuestros úteros no se legisla; nuestros cuerpos no se maltratan; nuestros derechos no se recortan”. El tema predominante de la protesta fue la reforma de la ley del aborto que prepara el Gobierno, seguido de la violencia machista y los derechos laborales. Se reclamó el aborto como un derecho de la mujer, perteneciente al ámbito de su libertad, y se exigió que se despenalizase: “Mi cuerpo, mi coño, mi decisión”; “Fuera el aborto del Código Penal”. Se retomó, como en un viaje al pasado, la consigna de los años ochenta “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Los mensajes se dirigían aAlberto Ruiz Gallardón y a la Conferencia Episcopal. Al primero se le pide que retire la reforma de la ley, que han bautizado con su nombre: “No a la ley Gallardón. Yo decido. Acción en Red”. A la Conferencia Episcopal se la recrimina por imponer su dogma a todos como en la dictadura, concretamente por querer controlar el cuerpo de las mujeres, la sexualidad y la reproducción: “Aquí mandan los curas, como en la dictadura”; “Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios. Asamblea Transmaricabollo”. Esta temida vuelta a situaciones pasadas hizo que en las pancartas se recordase la gravedad de los abortos realizados sin asistencia médica pues puede producirse incluso la muerte, algo que se vincula a la clase social perteneciente: “Las ricas se lo pagan, las pobres se desangran. Juventudes Comunistas”; “Aborto legal para no morir”. También se rememoraron negativamente los viajes a países donde la legislación sobre el aborto es menos restrictiva: “A Londres ni a fregar ni a abortar. CEM”. En consecuencia, se reivindicó la realización de los abortos en hospitales y de forma gratuita: “Aborto, ya, en el hospital”; “Aborto libre, seguro y gratuito”.
“No estamos solas, faltan las muertas”, así de contundente era la consigna que a voz en grito denunciaba la violencia sobre las mujeres. “Vosotros, machistas, sois los terroristas” es la frase que desesperadamente se vuelve a repetir año tras año para poner de manifiesto esa tragedia que se vive en los hogares y que causa más víctimas mortales anuales que las bandas terroristas registradas. Las Mujeres de Negro contra la Guerra rechazaron en su pancarta ese horror con estas palabras: “Ni guerra que nos mate, ni paz que nos maltrate”.
Por el empleo
“Queremos empleo, trabajo nos sobra” es una petición que deja claro que las mujeres trabajan dentro y fuera de casa, pero que su derecho a hacerlo en el actual mercado laboral se encuentra con muchas trabas debido al el elevado número de parados. Se presentaron en la marcha grupos muy vulnerables, como las trabajadoras domésticas, las cuidadoras y las trabajadoras del sexo con estas pancartas respectivamente: “Desde la lástima, nada; desde la dignidad, todo. Sí al Convenio 189 de la OIT”; “Cuidemos la vida de las cuidadoras”; “Por los derechos de las trabajadoras del sexo. Hetaria”. En muchos de los mensajes que se exhibieron el feminismo seguía ligándose a la lucha de clases y a la revolución: “Las mujeres trabajadoras, libres y luchadoras”; “Feminismo de clase y combativo”.
Las trabajadoras y los trabajadores de Coca-Cola se sumaron a las reivindicaciones de las mujeres y expresaron las suyas propias. Llevaban camisetas en las que ponía “Ni cierre ni despidos”. Basándose en la fórmula del famoso lema feminista coreaban: “Nosotros producimos, nosotros decidimos”. A través de su megáfono pedían la solidaridad de los consumidores: “No bebas Coca-Cola”. Además de vocear “Este ERE es ilegal”, se tiraban al suelo “para que vean lo que hacen con nosotros”; acto simbólico que vienen repitiendo en sus protestas.
Marea violeta, pacífica, numerosa y variopinta
La Gran Vía madrileña se convirtió en el escenario de una gran fiesta reivindicativa. A la juerga que invitaba la procesión de la Santísima Vagina hay que añadir las risas que provocó una ristra de bragas y tangas que pendían de una cuerda; los enormes sujetadores en las cabezas o colocados en su sitio pero por encima de la ropa. El color violeta se podía ver en el atuendo de las féminas (bufandas, abrigos, chaquetas, medias…), en las pelucas, en el fondo y las letras de muchas pancartas; hasta CC OO e Izquierda Unida habían cambiado el color rojo habitual de sus banderolas por el violeta. De la parte trasera de la marcha, donde se situaban los más jóvenes y los más radicales, en tres o cuatro ocasiones salieron unas luces incandescentes de color rosa seguidas de una gran humareda que confundida con la noche también parecía violeta. Esto fue solo una nota de color pues la protesta transcurrió pacíficamente. La misma caminata y sin problemas hicieron los más extremistas y los del PSOE, los cuales en otras protestas han acabado enfrentados. Los furgones de la Policía Nacional controlaron la marcha de principio a fin, y la Policía Municipal tenía apostados agentes en cada bocacalle. Los medios de comunicación masivos consideran que fue una de las manifestaciones más numerosas de los últimos años, pero además se puede decir que fue variopinta: no solo es que daba la sensación de que había tantas mujeres como hombres, tantos jóvenes como personas de más edad, sino que se habían congregado diversidad de sindicatos de base, partidos de izquierda, organizaciones de mujeres, de homosexuales, de estudiantes, de defensores de los derechos humanos, asambleas del 15M e incluso había concurrido una logia masónica según ha informadoelpais.com. También asistieron los que están preparando las Marchas por la Dignidad, que han convocado una manifestación con participación nacional e internacional en Madrid para el 22 de marzo. En la manifestación del Día de la Mujer en la capital se gritó “¡Viva la lucha de las mujeres!”, sin embargo, nuevamente y como ya viene siendo frecuente, resonaron frases emblemáticas de una lucha más general: “Madrid será la tumba del fascismo”.
Otras pancartas
“Hay más legislación sobre coños que sobre armas”
“La maternidad cuando y como yo quiera. Arcoíris”
“Por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres”. Federación de Asociaciones de Mujeres de la Comunidad de Madrid”
“Feminismo. Revolución. Asamblea Popular del Paseo de Extremadura”
“No penar por abortar”
“Feminismo de clase. Contra la presión a las mujeres y la explotación de las trabajadoras. Bloque Feminista de Clase”.
“No es un delito. Mi cuerpo, mi decisión. Izquierda Anticapitalista”
“Por la libertad de las mujeres. PSOE”
“La dignidad tiene nombre de mujer. Estudiantes”
“Mi cuerpo, mis derechos. Amnistía Internacional”
“Ni violencia física, ni violencia emocional y mucho menos estatal. Machete al machote”
“Ni santas, ni putas, solo mujeres”
“No a leyes clericales, machistas y medievales”
Más consignas voceadas y cánticos
“Hay que quemar (2) / la conferencia Episcopal /por machista y clerical”
“El aborto es un derecho, no un delito. A luchar, a luchar, que esta ley se va a tirar”
“La Mari Carmen, quién te ha visto y quién te ve / antes era una esclava / ahora feminista es. / La Mari Carmen no quiere coser / la Mari Carmen no quiere fregar / la Mari Carmen quiere trabajar”
“¡Qué viva la lucha de las obreras!”
“Menos bayetas y más metralletas”
“La Virgen de la Almudena es bollera, la Virgen del Rocío es un tío, la Virgen María también jodía”
“Contra el Vaticano, poder clitoriano”
“Feminismo pa’ lante, machismo pa’tras”
Colectivos (aparte de los ya citados)
Equo, Co.bas, Corriente Roja, Partido Comunista de Madrid, CGT, Unión Interinstituos de Madrid, COGAM, PCE, PCPE, CJC.
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domingo, 2 de marzo de 2014

Las recetas para la “crisis” subvierten el Estado de bienestar dando paso a un papá Estado para ricos

Después de la Segunda Guerra Mundial el Estado de bienestar se expande por los países democráticos de capitalismo avanzado para procurar compensar los efectos devastadores de la economía de mercado, es decir, la injusta situación en la que quedan los más desfavorecidos. El Estado se responsabiliza de garantizar un nivel de vida mínimo ¾como derecho social, no como beneficencia¾ a través de redistribuciones de renta y la provisión pública de servicios sociales universales (sanidad, educación, subsidios, vivienda…). Además, con los planteamientos de Keynes el Estado también intervendrá en la economía para intentar alcanzar el pleno empleo. Por un lado están los estudios que consideran que esta corrección que hace el Estado de bienestar del mercado autorregulado ha evitado conflictos sociales que hubieran puesto en peligro un sistema económico en el que unos pueden acumular riqueza y dominar, mientras que otros son fuerza de trabajo tratada como mercancía (Habermas, Offe). Por otro lado, la ideología neoconservadora culpará al Estado de bienestar ¾especialmente durante las crisis¾ de impedir la recuperación económica, del aumento del desempleo, del endeudamiento del Estado, etc. Los neoliberales preconizan un Estado mínimo, por tanto con pocos impuestos, en el que el mercado recupere su papel de regidor de la economía. En el lenguaje conservador popular se ha acuñado la expresión peyorativa “papá Estado” para rechazar o despreciar la actitud de todos aquellos que reclaman asistencia pública, acusándolos implícitamente de vagos o inútiles por no obtener recursos en el mercado para costear sus necesidades vitales; todo ello sin tener en cuenta las circunstancias personales ni sociales de los afectados, y dando por hecho que el mercado garantiza a todos por igual el logro de esos recursos.
Las recetas para la supuesta crisis económica actual están inspiradas en esta ideología neoconservadora, sin embargo no se limitan a disminuir el Estado de bienestar, sino que introducen aberraciones (desviaciones) a través del pago del rescate bancario y de las llamadas “externalizaciones” o “privatizaciones” de servicios asistenciales que lo subvierten de forma perversa: se adelgaza el Estado de bienestar para pobres al tiempo que se robustece el papá Estado para ricos, especialmente para bancos y empresas privadas. El dinero recaudado a través de impuestos que se destinaba al Estado de bienestar ya no servirá para corregir los estragos que produce el libre mercado entre los pobres, sino que irá a sufragar las fechorías de los bancos ¾otra cosa que corregir que no tiene que ver con el mercado sino con la irresponsabilidad e inmoralidad de las élites económicas¾. Por su parte, las “externalizaciones” o “privatizaciones”, por las cuales los servicios del Estado de bienestar los pasan a proporcionar empresas privadas pagadas con dinero público, redundan en la misma aberración: los impuestos de todos destinados al mantenimiento de las instituciones, profesionales y servicios del Estado de bienestar se desvían para unas empresas privadas que ya no se buscan la vida en el mercado compitiendo con otras para obtener beneficio, sino que mediante el proceso de “externalización” van a competir ¾a veces se sospecha que a “pseudocompetir”¾ con otras para ser las adjudicatarias, condición necesaria para poder lograr ganancias con fondos y patrimonio del propio Estado. Estas empresas privadas que sustentan normalmente la ideología neoconservadora¾las mismas que creen ciegamente en el libre mercado y que acusan a los pobres de acudir al Papá Estado cuando necesitan ayuda¾ no tienen reparos en nutrirse de las grandes ubres del Estado para sus propios negocios privados, esto es, para lucrarse sin tener que afrontar los riesgos que el mercado conlleva. (Hipocresía es pregonar una ideología y hacer lo contrario para sí mismas).
Incoherencia: más impuestos, menos Estado de bienestar
Tradicionalmente se ha relacionado el Estado de bienestar y los impuestos, de modo que para sostener un mayor gasto social se necesita recaudar más impuestos. La ideología neoconservadora que aboga por un estado mínimo también defiende una menor recaudación de impuestos. En la solución a la actual “crisis” los impuestos suben cada vez más, pero no van al Estado de bienestar para pobres sino al papá Estado para ricos (pagar rescate bancario, “externalizaciones”), de esta manera es prácticamente imposible que bajen los impuestos aunque el Estado de bienestar para pobres esté cada vez más escuálido. Dado que los portadores de la ideología neoconservadora únicamente siguen los postulados que les benefician y transgreden los que les perjudican, es previsible que solo bajen los impuestos que afecten a las empresas privadas o a las élites económicas ¾que además son las que tienen todo a su disposición para eludirlos¾, mientras que seguirán subiendo los impuestos que pagamos todos por igual, los que se cobran a través del consumo (por tanto, más carestía).
La duda
Estos cambios aberrantes quiebran la evolución histórica del Estado de bienestar y, de seguir así, además de acentuarse el conflicto social, ¿podrían abrirse paso graves problemas de legitimación? ¿Cuánto falta para ello?
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