domingo, 22 de abril de 2012

“Había una vez un billete sencillito…”

El sábado 21 de abril la manifestación contra el brutal tarifazo, que afecta a los usuarios del transporte público de la Comunidad de Madrid, salió a las doce de la mañana desde Cibeles y terminó alrededor de la una en la Puerta del Sol; para más exactitud, partió desde la calle de Alcalá pasada la glorieta de la Cibeles y llegó hasta el cruce de Alcalá con la Puerta del Sol, pues no se permitió que se adentrara más en esta plaza debido a que podía coincidir con otra manifestación. Al principio había poca gente ocupando el carril izquierdo, pero después fueron desviados al carril derecho y el número de personas aumentó considerablemente, dicen los medios que cientos de personas o más de un millar. La marcha estuvo animada por una batucada que precedía a la pancarta de cabecera en la que se decía: “No al tarifazo en el transporte público. Manifestación contra el tarifazo de Aguirre”. También aparecían los grupos convocantes: Confederación Estatal de Consumidores y Usuarios de Madrid, Federación de Consumidores y Usuarios en Acción de Madrid, Unión de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Madrid, Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, Foro de la Movilidad Sostenible de Madrid, Asociación de Vecinos Nudo Sur, Ecologistas en Acción, Ecomovilidad.Net, Pedalibre, EQUO, Izquierda Unida Comunidad de Madrid, Partido Socialista de Madrid, Comisiones Obreras de Madrid, Unión General de Trabajadores de Madrid.
“Había una vez un billete sencillito / había una vez un billete sencillito / que no podía, que no podía, que no podía yo pagar / pasaron un, dos, tres / cuatro, cinco estaciones / pasaron un, dos, tres / cuatro, cinco estaciones / y aquel billete y aquel billete / y aquel billete se acabó”. Los asistentes entonaban este cántico ¾con la música de “Había una vez un barquito chiquitito”¾ para protestar contra la salvaje subida del billete sencillo de Metro, el cual en agosto de 2011 pasó de costar 1 euro a 1,50 y que ahora, tras el tarifazo, será de 1,50 solo para cinco estaciones pues este precio se incrementará 10 céntimos por cada nueva estación hasta llegar a un máximo de 2 euros. Con la atroz subida también se encarecen los demás títulos: el Metrobús costará 12 euros; los abonos de transporte para adultos, jóvenes y tercera edad subirán de media un 8%; la Tarjeta Azul para discapacitados y rentas mínimas se eleva a 5,80 euros; y el suplemento al aeropuerto, 3 euros. Por si fuera poco, se prevé que suba el tren de Cercanías un 11% en mayo. Así pues, los manifestantes tienen motivos para vocear: “Es vuestro deporte, jodernos el transporte”; “Te ha tocado el gordo para hacer transbordo”. Pero mejor que lamentarse es pedir: “¡Ay PP! ¡Ay Pepito! ¡Quiero Metro gratuito!” Y por pedir que no quede, una pancarta así lo hacía: “Danos argo pa’ el Metro. Aceptamos VISA”. Así es, el Metro se ha puesto tan caro que ya no se paga con lo que se lleva suelto. Otras pancartas relacionaban el transporte público con el privado y la contaminación, por ejemplo: “Menos coches, tarifazo no. Ecologistas en Acción”. Equo llevaba esta: “M‑30, subvención del 100%; Metro, subvención del 40%. ¿Quién contamina? ¿Quién paga?” Entre las pancartas pequeñas eran muy numerosas dos: “Menos cochazos y menos tarifazos”; “Mil y un tarifazos a un pueblo manso”.
La lucha contra la barbarie de los ricos y los poderosos se va componiendo cada vez de más temas que, por supuesto, afloraron durante la marcha. Se volvió a cantar y vocear contra la reforma laboral y los despiadados recortes en el sector público y, además, se gritaron mensajes para el rey, el Partido Popular y los gobernantes. Para el monarca, estos días cuestionado, se decía: “Juan Carlos, acelera, que llega la Tercera”; “España, mañana, será republicana”. En los mensajes para el PP y el Gobierno se hace ver la crueldad de sus medidas. Con la música de “Arriba, abajo a mi novia le he visto el refajo / Abajo, arriba / a mi novia le he visto loa liga”, se cantaba: “Arriba, abajo / el Gobierno nos quita el trabajo/ Abajo, arriba / el Gobierno nos quita la vida”. Una pancarta alerta sobre la gravedad de los recortes en la sanidad pública: “Con sanidad del PP, al cielo pronto iré”. Para algunos el expolio que se está padeciendo es tan terrible que en sus pancartas escriben: “Vender lo público es un delito social”. Otros aseguran que las siglas PP se descifran así: “El Partido Patronal nos saquea más y más”.
El manifiesto contra el tarifazo
Al terminar la protesta una actriz y un actor leyeron un manifiesto firmado por los grupos convocantes. En dicho texto la subida de las tarifas del transporte público se considera “desproporcionada, injusta e insolidaria”. Se denuncia que el Metrobús ha subido el 129% desde 2033, y que los abonos transportes han sufrido solo en 2012 “un incremento del 8%”, tres veces superior al IPC del año 2011.
El manifiesto también hace referencia a los daños que la subida de tarifas puede producir en la movilidad, el medioambiente y la salud. Estiman que el tarifazo incentivará el uso del automóvil, incrementará el consumo de combustibles fósiles y aumentará la emisión de gases de efecto invernadero y de sustancias contaminantes, “lo que agravará ¾aún más¾ las afecciones sobre la salud causadas por los elevados niveles de contaminación atmosférica que se alcanzan en la Comunidad de Madrid”.
El texto acaba advirtiendo al Gobierno regional que el Pueblo de Madrid no va a tolerar los recortes y la subida de tarifas “mientras se están haciendo rebajas fiscales a las clases altas que en el año 2012 supondrán más de 2.700 millones de euros, según datos de la Consejería de Hacienda de la Comunidad de Madrid”.
Para consultar las nuevas tarifas:
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domingo, 1 de abril de 2012

La Puerta del Sol, hasta la bandera (republicana) en el día de la huelga general

El jueves 29 de marzo, el tren de Cercanías cumplía los servicios mínimos y, entre las seis y las siete de la tarde, sus vagones iban a rebosar. En la estación de Atocha había tanta gente que los presentes, que llegaban de diversas zonas de la Comunidad de Madrid, en el propio andén empezaron a gritar: “Huelga, huelga, huelga general”; “Luego diréis que somos cinco o seis”. Ya en la calle, unos iban hacia arriba, por el Paseo del Prado, para unirse a la manifestación convocada por las centrales sindicales CC OO y UGT, que comenzaba a las seis y media en Neptuno y terminaba en la Puerta del Sol; y, otros, caminaban hacia abajo, por el Paseo de las Delicias hacia la plaza de la Beata María Ana de Jesús, tranquilamente, pues otra manifestación comenzaría pasadas las siete; esta última estaba convocada por CGT Madrid, CNT Federación Comarcal Sur, Solidaridad Obrera y SAS (Sindicato Asambleario de Sanidad), y contaba con el apoyo de Ecologistas en Acción y Asambleas del 15-M. Los que iban hacia abajo, luego tuvieron que recorrer el Paseo de las Delicias otra vez hacia arriba, ya que la marcha empezaba en la Beata y acababa en Neptuno. Los recorridos de ambas protestas se podían enlazar (Beata‑Neptuno‑Sol); de hecho, el bloque del 15‑M avanzó desde la plaza de la Beata hasta Neptuno, donde simplemente hizo escala, pues al grito de “¡Vamos a Sol!” para allá se encaminó.
Desde la Beata a Neptuno: “Cerrad por un día, cabrones”
En la pancarta de cabecera, además de aparecer los nombres de los convocantes y grupos de apoyo, había este lema: “Huelga general. Contra los recortes, la reforma laboral y los pactos sociales”. También había pancartas por sectores, por ejemplo: “Por un futuro para los trabajadores de RTVE. CNT”; “En la pública tod@s pintamos. Madrid. Enseñanza. CGT”. Los colores predominantes en esta marcha eran el rojo y el negro, separados en diagonal en las banderolas de CGT y CNT, y en horizontal en las de Solidaridad Obrera. Izquierda Anticapitalista llevaba banderas de colores y una original pancarta: “Hay que continuar… hasta enterrarlos en el mar”. El color naranja lo puso el Partido Humanista y el verde los defensores de la enseñanza pública con una pancarta gigante en la que ponía: “Profesores y maestros interinos”. El 15‑M portaba una pancarta amarilla también muy grande con el dibujo de un sol y el siguiente texto: “Bloke 15‑M. No recortes. No reforma”. Entre otras, estaban las pancartas de las Asambleas Populares de Lavapiés, Malasaña, Villaverde, Majadahonda Coslada y Velilla. Los de la Asamblea de los Austrias sujetaban esta pancarta: “No es reforma, es derribo”. Los de la plaza de Dalí: “X mí y x mis compañer@s”. Los de Puente de Vallecas: “No es crisis, es estafa. Reforma laboral, nazi total, total”. Los de Vicálvaro repartían octavillas con esta pregunta: “¿Sabías que se condena a los parados de larga duración que ya no cobran ninguna prestación a no encontrar nunca un trabajo, ya que esta reforma ofrece incentivos fiscales a las empresas que contraten a personas que están cobrando el paro?”
En la marcha había mucha gente de todas las edades, pero sobre todo jóvenes, una batucada y bicicletas, bastantes bicicletas con el ciclista a pie. Una joven ciclista tenía en su espalda una pancarta casera en la que se leía: “Brilla, ilumina, sueña, lucha”. Un joven papá había colocado sobre el cochecito de su bebé esto: “Dignidad o esclavitud. Qué futuro me espera. Luchad por mí”. Otros se quejaban porque, a pesar de ser muchos, precisamente el día de la huelga general no son visibles: “Yo hago huelga, pero no computo. Parados, precarios, amas de casa, pensionistas…” Otros proponían cambiar el mundo de raíz: “Stop Nuevo Orden Mundial y su crisis del capital”. Todos estos manifestantes habían plasmado sus reivindicaciones y protestas en una lona, un cartón o un papel, pero también asistieron otros que se dedicaron a escribir sobre la marcha, a toda velocidad y a cara descubierta con botes de pintura en espray sobre las paredes, cristales y cajeros automáticos de las sucursales bancarias. Sobre la pared de Bankia: “Culpables”; “Ladrones”; “Sin ellos, nosotros”; “Fuck NWO”; “Stop NWO”. De la palabra “Huelga” no se libraron Caja España, ni el Santander, ni el BBVA.
El Paseo de las Delicias se asemeja bastante a una calle de barrio en la que, además de bancos, hay bares y comercios. Algunos de estos últimos estaban abiertos, mayormente los de los vendedores chinos. Un grupo de cuatro o cinco jóvenes ¾chicos y chicas¾ se acercaron a un establecimiento de alimentación que tenía la puerta abierta y en cuyo interior había luz y un dependiente oriental. Los jóvenes, sin disimulos ni titubeos, tiraron de la persiana metálica en forma de red hasta que la cerraron, mientras otros chavales desde la manifestación voceaban: “Cerrad por un día, cabrones”. Otros comercios de alrededor echaron la persiana y dieron por concluida la jornada de trabajo antes de lo habitual. El chino, no. Cuando los jóvenes se fueron, volvió a subir la persiana; el establecimiento volvía a estar abierto. Entraron dos clientes, pero, como se acercaban más manifestantes, el chino, por sí mismo, decidió bajar la persiana nuevamente, esta vez con los clientes dentro. El chino y su trajín: que los manifestantes se acercan, cierra; que los manifestantes se van, vuelve a abrir.
En Neptuno: “¡Vamos a Sol, vamos a casa!”
Desde Atocha a Neptuno, por el Paseo del Prado, la manifestación se tornó muy ruidosa con petardos fortísimos, canciones, consignas voceadas y bailes. Como viene siendo habitual se corearon los cánticos de siempre combinados con otros creados en especial para la ocasión. “Arriba, arriba, arriba / arriba, todos a luchar / que se metan por el culo, que se metan por el culo / la reforma laboral”, fue el más coreado junto a los tradicionales: “El pueblo, unido, jamás será vencido”; “Viva la lucha de la clase obrera”; y “De Norte a Sur, de Este a Oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste”. Con la música del Submarino Amarillo de los Beatles se entonó “Marianito, tienes un marrón, tienes un marrón, tienes un marrón”. Pero no todo fue tan melodioso, con cabreo se gritó: “Mariano, no llegas a verano”. La gente está muy enfadada y las palabras malsonantes se destinan a los que nos gobiernan y a los banqueros de renombre. Imitando aquella frase tan peculiar de Jesulín de Ubrique, se exclama: “En dos palabras, sin‑vergüenza”; “En dos palabras, hijo‑puta”. Un mismo cántico en el que solo cambian los protagonistas acaba así: “Mariano, muérete”; “Aguirre, muérete”. El pueblo está harto: “Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra”; “Si esto no se apaña, caña, caña, caña”.
La manifestación entra en Neptuno como si llegase a una meta. En lo alto, sobre las cabezas, espera la pancarta de CC OO y UGT que dice: “Quieren acabar con todo”. También les recibe un camión con música de gaitas y hay jóvenes bailando sobre la calzada. Sin embargo, para gran parte de los manifestantes se trata solo de una meta intermedia. A las nueve de la noche, el bloque del 15‑M se pone al frente con su enorme pancarta amarilla y gritan: “¡Vamos a Sol!” Posan unos minutos para que los fotógrafos y camarógrafos hagan su trabajo y, luego, mientras avanzan: “¡Vamos a Sol, vamos a casa!”; “Nosotros, a Sol; ellos, a la sombra”. Este grupo hará ahora el trayecto que ya hizo la otra manifestación ¾la de CC OO y UGT¾, aunque con la vía más despejada y, por tanto, más deprisa.
En el camino, los manifestantes si ven policía vocean: “Ser policía, vergüenza me daría”. Si pasan por la sede del Ayuntamiento, “Ahí está la cueva de Alí Babá”. Si por el Banco de España, “Culpables”. Y si ven que hay viandantes que les observan: “A ti que estás mirando, también te están robando”; “No nos mires, únete”; “Vecino, alerta, el paro está en tu puerta”. No obstante, por la calle de Alcalá los mirones les aplauden y les acompañan cantando sus consignas. Los manifestantes no se cansan, al revés, enfilan la cuesta de Alcalá con ánimo renovado. Incluso, cerca de la Puerta del Sol, chillan muy fuerte a la policía: “No es ilegal la voz del pueblo”. Los agentes retiran un furgón del medio de la calzada y los manifestantes continúan hasta donde pueden porque Sol ya está a tope. Entran cantando otra vez más: “Arriba, arriba, arriba / arriba, todos a luchar / que se metan por el culo, que se metan por el culo / la reforma laboral”. Todos, los que están y los recién llegados, arman un estruendo impresionante con aplausos, silbatos, tambores y gritos. Se aplauden, se congratulan. Está lleno hasta la bandera, nunca mejor dicho. Alguien ha conseguido subir al edificio que en otros tiempos tenía un cartel luminoso de Tío Pepe y que ahora está en obras, y, a través de la red verde que cubre la fachada, ha sacado el brazo para hacer ondear una bandera republicana. Los más cercanos miran hacia arriba, jalean y aplauden su hazaña.
Bicicletas y patines
Son las nueve y media y en Sol no cabe ni un alma más. Muchos jóvenes ya se han sentado en el suelo, donde se suelen celebrar las asambleas. Otras personas caminan entre pisotones y codazos para aproximarse a las bocas del Metro o del tren de Cercanías, aunque, cuando lo logran, se dan cuenta de que están cerradas. Nadie puede entrar y nadie puede salir. De nuevo, ante manifestaciones multitudinarias, las autoridades cierran el acceso al transporte público en Sol, pero esta vez es un día de huelga general con servicios mínimos. Los que se quieren ir, buscan una salida. El Metro está cerrado también en Gran Vía y, en Banco de España, los conductores no paran porque los vagones ya van cargados de pasajeros. Las calles repletas de gente durante más tiempo.
En el Paseo del Prado, en el carril de subida, hay varios vehículos de limpieza y operarios realizando su tarea. Es el único tramo libre de latas de refrescos, botellas de plástico, octavillas y otros residuos generados durante las protestas. Es un placer pasear sin tener que aguantar la circulación de automóviles. Todavía quedan por la zona muchos agentes y vehículos de la Policía Nacional y Municipal. Todo parece realmente apacible hasta que, de repente, a las diez de la noche unos cuantos ciclistas y patinadores (hombres y mujeres) entran por Atocha y enfilan el Paseo del Prado. Primero parecían pocos, pero después llegaron más, y más, y muchos más pedaleando a cierta velocidad. Son los de Bici Crítica que realizan este tipo de actos por la ciudad los últimos jueves de cada mes desde las ocho de la tarde. La Policía en coches y motos con las sirenas encendidas suben por el carril bus. Un nutrido grupo de manifestantes, que se dirige a la estación de Atocha para regresar a casa, aplaude a los que van en bicis y patines pues no sólo traen aire fresco, también constituyen una hermosa estampa para finalizar esta jornada de lucha.
Por la glorieta de Atocha y la avenida Ciudad de Barcelona ya se ha reanudado el tráfico. Se ha vuelto a la normalidad. Casi. El primer acceso en la calle a la estación de Atocha está cortado por una barrera formada con agentes de la Policía Nacional; así que hay que ir hasta el segundo acceso, allí hay otra ristra de ellos, pero en fila junto a la pared, sin impedir el paso. Los que nos envían a tantos policías para reducir las entradas de los transportes públicos ¿qué se creerán que vamos a hacer? ¿Qué podemos hacer nosotros que sea peor que lo que ellos nos están haciendo?
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