martes, 29 de julio de 2008

El furor de las rebajas y la sutileza de la nueva colección

Cuando llega el mes de enero sabemos que comenzarán las rebajas de invierno y al llegar julio sabemos que ya están aquí las rebajas de verano. Existen claras normativas sobre lo que deben hacer los comercios en estas fechas, incluso hay inspectores que vigilan para que se cumpla la ley. Los medios de comunicación se hacen eco del asunto y nos recuerdan nuestros derechos con la colaboración de las asociaciones de consumidores. Todo parece estar bajo control. Ya tenemos una legislación y una “cultura de rebajas”, más o menos asentada, para enfrentarnos a fraudes y reclamar. Sin embargo, no nos inquieta –al menos públicamente- la Nueva Colección. Desconocemos las leyes, si es que las hay, y la opinión pública (asociaciones, medios de comunicación) y las administraciones no tienen palabra que decir ni nada sobre lo que alertar. No obstante, a pesar de tanta normalidad, es posible que se estén imponiendo cambios que afectan a los consumidores sin que nadie los haya consensuado o pactado con ellos antes.
El tiempo y el lugar de presentación de la Nueva Colección se están modificando poco a poco; estos pequeños cambios trastocan la idea de Nueva Colección, que ya no se asocia con nueva temporada, pero también afectan a la noción de rebajas tal y como la conocemos. Para comprobarlo basta con fijarse en la práctica, muy generalizada entre las cadenas de ropa o moda, que consiste en poner a la venta en sus establecimientos habituales la nueva colección cada vez más pronto. Hace bastantes años la nueva colección para otoño-invierno se ponía en septiembre y convivía unos días en la tienda con las últimas rebajas. Desde hace unos diez años para acá la Nueva Colección se va presentando cada vez con mayor prontitud: a finales de agosto, a mediados de agosto y, más recientemente, a principios de ese mismo mes. Pero este año la Nueva Colección está en la calle desde el 15 de julio. (Bueno, yo la vi el 15 de julio, no sé si estaba incluso antes). Precisamente el martes 15 de julio compré un vestido de rebajas y el viernes 18 fui a devolverlo porque tenía un defecto. No tuve ningún problema con este trámite, pero el ir esos dos días al establecimiento me permitió observar cómo se distribuía el espacio. El martes el espacio dedicado a las rebajas y a la Nueva colección se repartía por igual: mitad para las prendas rebajadas, mitad para las prendas con precios de supuesta nueva temporada. Pero el viernes la Nueva Colección dominaba el territorio y las prendas rebajadas ocupaban dos únicos percheros. Ya que estaba en una calle comercial me dedique a observar otros establecimientos de otras conocidas cadenas de moda, sucedía más o menos lo mismo.
         Probablemente todo lo anterior tenga una explicación, por ejemplo: han vendido todo lo rebajado y sacan lo nuevo. Pero la verdad es que cuesta creerlo pues en años anteriores no sucedía lo mismo y, sobre todo, por la expansión de las tiendas “outlet”. Es fácil suponer que las grandes y populares cadenas de moda desplazan sus prendas rebajadas a sus establecimientos “outlet”, donde venden prendas de temporadas pasadas a un precio más bajo.
         Otro aspecto que llama la atención es que en algunas tiendas las prendas de la Nueva Colección no corresponden precisamente con la temporada otoño-invierno pues la mayoría de ellas son prendas ligeras y de tirantes o de manga corta. Pero no es eso lo más curioso, sino que algunas de las prendas la nueva colección son iguales a algunas de las prendas que antes estaban rebajadas, es decir: prendas que hace dos días estaban rebajadas aparecen ahora como de Nueva Colección, por tanto, encarecidas.
Defensores de los consumidores, administraciones y otras autoridades tendrán que averiguar si los cambios introducidos por esta nueva práctica, llevada a cabo por las grandes cadenas de moda, se ajustan o no a la ley. De momento se puede observar cómo este hecho altera la noción de rebajas tradicional, para ello es suficiente con detenerse en aspectos como el tiempo, el espacio y el carácter estacional.
          El tiempo de venta de las rebajas y la información obligatoria que conlleva está claramente regulado. Sabemos que existe una normativa que indica los periodos del año en los que puede haber rebajas y obliga a los comercios a indicarlo de forma visible para los consumidores. Para cumplir esta norma las tiendas suelen exponer unos letreros en sus escaparates con las fechas de inicio y fin de las rebajas. Pues bien, con la nueva práctica –la venta de la Nueva colección a mediados de julio- se está produciendo una falta de concordancia entre esos letreros que especifican las fechas de las rebajas del establecimiento y la situación real. Es posible que en la tienda aún haya prendas rebajadas a mediados de julio, incluso hasta finales de julio, pero es más difícil que perduren hasta finales de agosto que suele ser la fecha que aparece en los letreros. Además habría que observar la proporción de prendas rebajadas y si a mediados de julio ya no es la mitad de las que hay en el establecimiento. Como se desprende fácilmente de lo anterior, todos estos cambios contribuyen a reducir el periodo de rebajas: cuanto antes entre la Nueva Colección, antes desparecen las rebajas de la tienda habitual.
            El espacio en el que se venden las rebajas también va cambiando, desplazándose. En las tiendas habituales el espacio para las pendas rebajadas disminuye mientras crece para la Nueva colección. La ropa rebajada se trasladará en su momento a las tiendas “outlet”, muchas de ellas, por cierto, a las afueras de las ciudades. En consecuencia, los precios más elevados van a aparecer en el establecimiento habitual, todavía estando en periodo de rebajas, y teniendo como pretexto que ya se venden prendas de la Nueva Colección, aunque no precisamente de nueva temporada.
           El concepto de rebajas se sigue manteniendo vinculado a dos periodos estacionales: rebajas de invierno –o de enero- y rebajas de verano. Pero lo que cambia es el concepto de nueva temporada -el cual ya no se usa- y, desde luego, no corresponde con una Nueva Colección para el próximo otoño-invierno (o primavera-verano cuando estemos finalizando el invierno), sino con una Nueva Colección para el verano en el que aún estamos, eso sí, con precios renovados, o sea, caros.
           Esta práctica cada vez más extendida y su imposición paulatina deja inermes a los consumidores, a ello hay que añadir la falta de reacción de la opinión pública: ni medios de comunicación ni asociaciones de consumidores han hecho ni harán campañas para alertar del silencioso fenómeno. Precisamente por eso, porque se impone poco a poco y lo vamos asimilando como una costumbre. Entre familiares y amigos nos limitamos a comentar: “Ya no puedo comprar nada en las rebajas, cada año empieza antes la nueva temporada”. Incluso puede que sea un asunto que a muchos les parezca menor, ni siquiera les extrañe, o puede que hasta lo elogien porque les permite seguir comprando prendas nuevas para un verano caduco. No obstante, cuesta creer que todo esto nos parezca lícito. ¿A todo el mundo le cuadra que la misma prenda que antes del 15 de julio estaba rebajada pueda aparecer a partir de ese mismo día como de nueva temporada y, por tanto, más cara? No es un fraude alarmante ni escandaloso con resonancia mediática, pero así, poco a poco y asentándose como una costumbre se imponen cambios lentos y silenciosos que nos introducen en un círculo absurdo en el que no cabe la más mínima rebeldía, ni siquiera el pensar sobre lo cotidiano o, peor aún, ni el observar o hacerse preguntas. Esto puede ocurrir en muchos ámbitos de la vida colectiva, pero cuando acaece en el del consumo, los pequeños cambios mencionados a unos atan y a otros les proporcionan grandes beneficios. De no ser así, no tendría lugar.